Phileas Fogg es un millonario inglés residente en Londres, en la segunda mitad del siglo XIX. Solitario, metódico, escrupuloso en todas sus actividades, y sumamente celoso de la exactitud de su itinerario diario (se cuenta que vigilaba dar el mismo número de pasos todos los días al ir de su casa al Reform Club), al grado que despide a uno de sus criados por una diferencia en los grados centígrados del agua que usaba para afeitarse. Ese despido del criado coincide con la llegada del criado francés que le acompañará en su travesía. Este criado conocía del sedentarismo de Fogg y lo único que deseaba era una vida tranquila al lado de un caballero apartado de toda aventura.
Un día, en Londres, el protagonista, Phileas Fogg, decide apostar que sería capaz de dar la vuelta al mundo en 80 días. Esta idea le surge por una nota del periódico que leía diariamente, el Morning Chornicle, en el que se calculaba cuál sería el tiempo mínimo para dar la vuelta al mundo conforme a los tipos de transporte de la época (barco y tren básicamente), que justo se estimaba en 80 días pero sólo como una teoría. En cambio, Fogg sostiene frente a sus colegas del club que él era capaz de materializar esa teoría, y para demostrarlo apuesta 20,000 libras (la mitad de su fortuna), frente a cuatro de sus colegas que se comprometen a partes iguales. El protagonista parte de Londres en presencia de sus colegas y da su palabra de volver exactamente a la misma hora ochenta días después.
Lleva con él a su sirviente Passepartout, mucho dinero (20,000 Libras de la época, que era la mitad de su fortuna no comprometida en la apuesta, pues la otra mitad se había quedado en el banco para garantizar la apuesta) y muchas ganas de ganar la apuesta. Pero, en Londres, unos días antes de la salida de Fogg, ocurre un robo en el Banco de Inglaterra por 50,000 libras, y casualmente se reporta una filiación del ladrón que coincidía con la de Fogg. Entonces, teniendo en cuenta la cantidad de dinero que Fogg llevaba consigo y su repentina salida, el detective Fix sospecha de Fogg y va en su búsqueda, viajando alrededor del mundo en los mismos trenes o barcos que el viajero. El detective tenía la idea de arrestar a Fogg tan pronto recibiera la orden de arresto, pero como tenía la limitante de que no podía arrestar a Fogg en ninguna parte del mundo que no fuera territorio británico, ese detalle administrativo le obligará a dar la vuelta al mundo junto al sospechoso, a quien le finge amistad y de quien incluso recibe el pago de sus gastos de viaje.
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