No existía, sin
duda, el comercio con el libro, pero existían algunos lugares dedicados a la
venta de los mismos. La difusión, la conservación y la reflexión sobre la
catalogación del libro y la crítica literaria se desarrollaron durante la época
helenística con la creación de grandes bibliotecas, que respondían al deseo
enciclopédico que se puede encontrar, por ejemplo, en el afán de Aristóteles y
que respondían también, sin duda, a razones de prestigio político: en
Alejandría, biblioteca creada por Ptolomeo l Sóter y constituida por Demetrio
de Falero. Llegó a contener 500.000 volúmenes (en la parte del Museion) y
40.000 en el templo de Serapio.
El Museion fue
destruido parcialmente en el 47 a. C. (ver Biblioteca de
Alejandría).En Pérgamo, la biblioteca fundada por Átalo I, contenía 200.000
volúmenes que fueron llevados al Serapeo por Marco Antonio y
Cleopatra tras la destrucción de la biblioteca de Pérgamo. El Serapeo fue
destruido, en parte, poco después, 391 por los cristianos y los últimos libros
desaparecieron en 641 con la conquista árabe. En Atenas, el Ptolemaion fue
la que tuvo más relevancia tras la destrucción de la Biblioteca de Alejandría.
Importantes fueron también la Biblioteca de Panteno, hacia el 100; y la
biblioteca de Adriano, en 132;en Rodas, se creó una biblioteca que intentó
rivalizar con la de Alejandría, en Antioquia hubo una biblioteca pública de la
que Euforión de Calcis fue director hasta finales del siglo iii.
Las bibliotecas
tenían sus propios talleres de copistas y la organización general de los libros
aseguraba los trabajos siguientes: Conservación de un ejemplar de cada libro
Traducción (Biblia de los Septantes, por ejemplo) Crítica literaria para
catalogar los textos de referencia para su copia, como por ejemplo la Ilíada y
la Odisea Constitución de catálogos de libros. La gente en
roma que permitía la difusión de los libros. El desarrollo de la edición
de un lise desarrolló en el siglo i a. C.,
con la literatura latina influenciada por el helenismo. Pero el comercio del
libro fue extendiéndose progresivamente por todo el Imperio romano. El
libro se difundió, por tanto, gracias a la extensión del Imperio que implicó la
imposición de la lengua latina en la mayoría de los pueblos (España, África,
etc.)Las bibliotecas eran privadas o bien eran creadas por algunos
particulares. Julio César quiso crear una biblioteca en Roma: una biconcierne,
especialmente, al círculo literario. Ático fue, por ejemplo, la
biblioteca era, ya por entonces, un instrumento de prestigio político. En el
año 377 existían en Roma 28 bibliotecas, así como existían muchas
pequeñas bibliotecas en otras ciudades. Pese a esta gran difusión del libro, no
se tiene una idea exacta de
la actividad literaria de la época dado que millares de libros se perdieron.
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